Cuando tu trabajo consiste en ayudar a las organizaciones a ser más creativas y a innovar, casi todas las conversaciones en el día a día giran en torno a esto y a lo difícil que es lograrlo. Tras muchos años en ello llego a diferentes conclusiones pero me temo que la que más pesa es la del gran desconocimiento que hay sobre el tema.

Soy consciente de lo mucho que invierten muchas de ellas para lograr sacar un producto o servicio innovador que les haga avanzar más rápido en su cuenta de resultados. Pero invertir mucho no es la clave, sino invertir bien, es decir, en lo realmente importante.

¿Por qué no salen los proyectos? ¿Por qué la gente no da ideas buenas? ¿Por qué no detectamos oportunidades de negocio? Todas estas cuestiones y muchas más se explican con lo mismo: la cultura empresarial.

La cultura de una organización no difiere a la de una ciudad o un país. En el momento en que lo pisas notas su cultura. Esto son sus reglas, su ritmo, su lenguaje… todo lo que se respira es cultura. No se ve, pero se siente. Y mucho. Tanto que podemos ser casi personas distintas según donde nos encontremos. En el caso del trabajo, pensamos y actuamos diferente si trabajamos en la empresa X o la Y. Es por la cultura.

Si queremos trabajadores que sigan las reglas a raja tabla, que cumplan con todo lo que se les dice y no den problemas, crearemos una cultura que impulse y alimente eso. Si queremos que la gente aporte ideas, capte oportunidades en el entorno, sea inquieta, curiosa y lleve a cabo sus propios proyectos, deberemos crear otra. Todo está bien si lo que se quiere está claro.

¿Cuál es el problema? Confundir, creer que teniendo una cultura alejada de la innovación podremos acercarnos a ella simplemente por pedir a la gente que lo haga. Como decía Drucker: la cultura se come a la estrategia en el desayuno.

Es decir, es imparable. Lo abarca todo. Lo condiciona todo. Y, por tanto, hace previsible los resultados.

Moraleja: mira tu estrategia y pregúntate si es consecuente con tu cultura. Si no lo es cambia de estrategia o de cultura. Es así de simple.