Jesús Manzano es arquitecto técnico, pero muy pronto cambió de profesión ya que allí no veía crecer su creatividad. Desde entonces ha sido cómico, ganando el concurso del mejor monólogo nacional, lo cual le llevó a convertirse en guionista del programa El Hormiguero durante los últimos ocho años. Ha combinado su trabajo en el programa con diferentes shows de impro teatral, escribiendo obras de teatro, grabando algunos discos y hasta la publicación de un libro. Es un ejemplo muy bueno de cómo vive y trabaja alguien creativo y una buena forma para normalizar la creatividad y romper algunos de sus mitos.

 

Datos curiosos:

  • Jesús es un ser curioso y le encanta aprender todo el tiempo, por ello no duda en cambiar de profesión (de arquitecto a cómico) o de trabajo (El Hormiguero) cuando siente que se está acomodando o que no afronta nuevos retos.
  • Sus héroes son Faemino y Cansado y, de hecho, una prueba importante cuando empezaba con sus parejas era llevarlas a uno de sus espectáculos para ver cómo reaccionaban.
  • Fue miembro de Teatro Instantáneo, un grupo de impro teatral al que yo seguía a menudo en sus showsy que luego me enteré, que dos de sus miembros (Jesús y Javier) habían leído mi libro Serendipity. Las casualidades siempre me han perseguido.
  • Pude reencontrarme con mi niñez gracias a él ya que me invitó como público al programa al que vino Harrison Ford (para mí Indy) y tenerlo a sólo unos metros de distancia. ¡Gracias, colega!

 

Pensar rápido, pensar despacio

A Jesús lo conocí improvisando, y ese efecto de primacía permanece. Pero cuando charlo con él me dice que se ve también como guionista, actor, músico… cosas a las que quizá yo no he prestado tanta atención y que, sin duda, la tienen. Entonces abrimos un pequeño debate sobre la improvisación y otras formas de pensar.

«Improvisar es pensar rápido, ser espontáneo. Eso me hace sentirme libre y por eso lo elegí. Ahí puedo ser yo mismo y el público te premia que así sea. También te permite cosas que no haría en otro contexto, porque sabe que estás creando en ese mismo momento».

Estoy de acuerdo con Jesús, y cuando reflexiono sobre cómo llevar esto a las organizaciones me doy cuenta de porqué la improvisación está totalmente denostada. La creación in situ no se valora porque no es perfecta, y en la empresa todo tiene que estar contrastado, valorado, analizado. Es justo lo contrario a la improvisación. Esto, desde mi punto de vista, es un gran error, ya que el no valorar esos chispazos de creatividad, que nos dejan ideas interesantes (aunque no perfectas) para luego desarrollarlas, hace que nos situemos siempre en el plano de lo racional y no de lo creativo.

El premio Nobel Daniel Kahneman dio el pelotazo con el libro «Pensar rápido, pensar despacio» hace ya algunos años, en el que nos hablaba de dos tipos de pensamiento que alternamos continuamente. Uno tenía que ver más con la intuición y el otro con la razón. Cuando Jesús compara su tipo de pensamiento según hace improvisación o un guión dice algo similar:

«Cuando improviso soy libre, rápido, no tengo miedo porque no hay tiempo de pensar. Pero cuando hago un guión no es así. Tengo más tiempo y eso me da más opciones que valorar, por lo tanto entro a analizar más, voy buscando, explorando ideas, puliendo las que voy encontrando. Es un modo de pensar muy distinto.»

Es importante que demos cabida a ambos tipos de pensamiento, solo que a cada uno en su contexto y ajustando las expectativas. El no hacerlo trae grandes consecuencias, como esperar que nuestros colaboradores sean espontáneos en un brainstorming cuando nunca se les deja hacerlo.

El creativo va a la oficina

Recuerdo la primera vez que Jesús me invitó a «El Hormiguero» para conocer cómo se hacía el programa. Después de estar en plató me fui a comer con él y con los demás guionistas. Fue una buena oportunidad para indagar sobre el modo en el que trabajan ya que siempre me ha parecido interesante analizar el proceso de alguien que tiene que crear continuamente para un programa diario. Si piensas en ello realmente te das cuenta del reto que supone crear desde cero cada día (de lunes a jueves), con invitados diferentes y que no tienen nada en común. Le pregunto si tiene miedo al famoso bloqueo creativo.

«La idea de que igual no se me ocurre nada no pasa por mi cabeza. Crear es relativamente fácil. La que sí lo hace es la de ¿lo que se me ocurra, será realmente bueno? Eso ya es otra cosa.»

Cuando le comento a mi target habitual a lo que se enfrenta un guionista como Jesús a diario les entra vértigo, porque ellos sí que conectan enseguida con un posible bloqueo. Pero los creativos profesionales saben que al final esto no deja de ser un trabajo más.

«Esto es como buscar oro en una mina. Si sigues picando al final sale algo, vas encontrando cosas. No hay que descartar nada, es bueno apuntarlo todo y no valorarlo en el momento. Luego, cuando lo lees en frío puedes darte cuenta de si es bueno o no.»

Los libros de creatividad siempre nos hablan de imaginación, inteligencia, conexiones y demás, pero pocos hablan de dos cosas que creo fundamentales: la perseverancia y la valentía. Quizá son menos sexy, o aportan menos negocio, pero la realidad es que el creativo casi nunca habla de imaginación sino de trabajo duro y constancia.

Otra cosa en la que nunca he estado cómodo y que el marketing ha vendido muy bien es el hecho de que para que la gente sea creativa tienen que estar felices. Yo siempre he puesto el ejemplo de Chopin y de cómo compuso sus mejores estudios mientras Rusia invadía Polonia, pero por si acaso le pregunto a Jesús:

«Los estados mentales no afectan tanto a la creatividad como puede parecer. Yo he hecho monólogos después de venir de un entierro. Eso es profesionalidad. Es cierto que modula tus ideas y las lleva por un camino o por otro, pero la ecuación de si no estoy feliz no puedo crear es totalmente falsa.»

¡Lo sabía! ¡Chúpate ésa, Mr.Wonderful!

 

La dieta del creativo 

Desde que mi colega Eduardo Jáuregui me recomendó acudir a espectáculos de impro teatral para desarrollar mi propia creatividad, cosa que le agradezco enormemente, he conocido a varios cracks en la materia, y siempre me ha sorprendido no sólo la rapidez que tienen sino su amplio conocimiento sobre temas muy diversos. Ese saber «un poco de todo» y estar actualizado constantemente es una soft skill muy valorada en los entornos VUCA, donde esa especie de infoxicación a la que se refería ya hace años mi gran admirado Alfons Cornella consigue que el exceso de información genere desinformación.  Así que, ¿cómo lo consiguen ellos?

«Estar actualizado es muy importante para nuestro trabajo y por ello hay que estar en el mundo, leyendo las noticias, viendo la TV, entrando en redes sociales, etc…, aún así es imposible enterarte de todo. Lo importante es que esto no sea trabajo en sí, sino que es una forma de ser, es la propia curiosidad que tengo la que me hace aprender cosas nuevas, probar apps diferentes, redes sociales nuevas – de gente de generaciones más jóvenes-.»

Le decía a Jesús que yo he visto casos de desactualización que denotan muy poca profesionalidad, como el de una directora de comunicación que no sabía qué era eso de las charlas TED. ¿Qué tiene que suceder para que no te actualices ni siquiera en lo que ocurre en tu campo profesional? Está claro que el día a día nos come pero si dejamos que esto ocurra y no dejamos ni tiempo para pensar ni para aprender es complicado que la creatividad surja.

 

Libros recomendados