Sin gustarme, ni saber casi nada de fútbol, hoy voy a permitirme una analogía con este deporte, concretamente a través de sus estadios.
Y es que cada vez que paso por lo que iba a ser el nuevo Mestalla, y por el Bernabéu, tengo sensaciones muy distintas que, por deformación profesional, conecto inevitablemente con el mundo de la innovación empresarial.
En el caso de Valencia, cuando miro ese esqueleto de hormigón, que no va ni adelante ni hacia atrás, que deforma el espacio y entristece la mirada, no veo más que un mamotreto absurdo, algo que quiso ser pero no fue, y que deja algo mucho peor que la nada o el simple descampado original.
Sin embargo, llevo meses viendo como avanzan las obras de los merengues, incluso conozco al profesional que gestiona toda la obra, y, aunque es algo que lleva mucho trabajo y no está exenta de problemas, la obra sigue a pulso firme y supongo que los aficionados ya sueñan con verse muy pronto ahí para animar a los suyos.
La mayoría de empresas que intentan innovar lo hacen más con el modelo Nou Mestalla que con el del Bernabéu, es decir, se enamoran de un par de proyectos muy ambiciosos que al cabo del tiempo acabarán abandonados por falta de liderazgo, compromiso o simplemente miedo. Y, como le sucede al estadio de mi ciudad, no es simplemente algo que no ha funcionado y ya está, sino que es algo que queda ahí, dejando su gran huella, una que no es fácil de borrar y que cada vez que te encuentras con ella te recuerda a un fracaso.
«En innovación puede y debe haber escombros, ya que las obras del cambio los dejan irremediablemente. Éstos no son más que gajes del oficio, cáscaras de huevo que son necesarias romper si queremos conseguir comérnoslo; pero debemos evitar a toda costa dejar obras sin terminar, estructuras abandonadas que no sólo son molestas, sino que además son un triste recordatorio de lo que pudo ser y no fue.»
La innovación es un camino largo, costoso y difícil. Pero también es tan necesario como reconfortante el transitarlo. Si así lo decidimos, que sea hasta el final, de lo contrario pasearemos entre las ruinas de una innovación frustrada.