¿Es posible sacar algo positivo del odio?
Si lo re-enfocamos, sí. Y mucho.
Déjame que te cuente cómo lo hago yo en las sesiones de innovación que dinamizo.
Pero antes, aviso a navegantes: no hacerlo en la empresa sin supervisión de un profesional. El tiro nos puede salir por la culata fácilmente.
Se trata de coger todo aquello que nos molesta, disgusta o simplemente que no debería darse y entenderlo como material potencial para transformarlo en nuevas ideas.
Porque lo más normal es quejarse (A) o intentar arreglarlo (B). Hay incluso que simplemente se rinden y lo aceptan (C). Pero, ¿por qué no proponer una cuarta opción y tratar de sacar partido de esas calamidades (D)?
Si tenemos un banco de odios, es decir, una especie de repositorio donde poder almacenar, ordenar y encontrar todos esos inputs negativos, nos valdremos de ellos para sacar oro en nuestras sesiones creativas.
Para ello me tengo que hacer algunas preguntas que nunca me haría: ¿qué tiene de bueno esto que tanto me molesta?, ¿qué ideas se me ocurren para aprovechar que esto está sucediendo?, ya que ha pasado esto, ¿para qué me puede servir?
Puede que cueste arrancar, que nuestra mente no se mueva de lo negativo. Quizá aún duela, quizá nos falte fe en la técnica. En cualquier caso, acaba funcionando.
Y si no, pensad: ¿Cuántas cosas negativas nos trajo la pandemia y cuántas hemos podido reconvertir en buenas ideas?
Si tu respuesta es cero significa que deberías practicar más.